“Recuerdo cuando nos mudamos a nuestra
casita, todos llenos de polvo en el lugar más escondido del mundo. Mis hermanos
y yo éramos pequeños y jugábamos mientras mis padres y mis tíos ayudaban a
ingresar todas las cosas a mi humilde casita.
(En la
foto Bertha con hermana Vicenta)
Traer
el agua era toda una odisea, debíamos ir bastante lejos para llenar nuestros
baldes del único pozo de agua que había en la asociación. Y así lo hacíamos día
tras día… y cuidábamos hasta la última
gotita…
Luego,
gracias al esfuerzo de mis padres construimos una mejor casita y nuestro propio
pozo de agua, ¡ que felicidad tener el agua en la puerta de mi casa !.
Progresivamente llegó la luz eléctrica y el agua potable; mis hermanos y yo
ayudábamos a nuestros padres en lo que podíamos, pero siempre estudiando en el
colegio y en la universidad nacional para construirnos un mejor futuro. Para ellos la mejor herencia era el estudio
y así lo entendimos nosotros.
Mis
padres siempre trabajaron muy duro, mi padre en un Estudio contable y mi madre
en los Talleres de costura, pero siempre
juntos como familia, siempre dándose tiempo para compartir con nosotros, y
disfrutar del hecho de estar unidos como familia.
Pasamos muchas
necesidades y nos privamos de muchas cosas materiales que a la larga no son lo
importante, lo más importante para
nosotros es haber podido contar con unos padres presentes afectivamente que nos
dieron mucho amor en cada una de sus acciones. Las necesidades que pasamos
no marcaron nuestras vidas negativamente, no renegamos por no haber tenido luz
o agua mientras éramos niños, porque hemos
aprendido a valorar cada cosa que se logra con esfuerzo. Traer el agua a
nuestra casa nos demostró que todo es posible si trabajas y te esfuerzas y que
saciar tu sed sí se puede si luchas por conseguirlo
(sed de conocimientos, de afecto, de espiritualidad, de oportunidades, etc).
Para nosotros
hasta el día de hoy obtener algo siempre es motivo de alegría y de
satisfacción: una buena nota, una nueva compra para la casa, un nuevo logro en
el trabajo, ayudar a quien lo necesita, un nuevo miembro en la familia, un año
más de vida, en fin…. Y siempre festejamos con alegría y con mucho cariño.
Mi vida fue
sencilla y con muchas dificultades, pero la pudimos enfrentar juntos como
familia, como lo hacemos hasta el día de hoy.
Los tres hermanos
somos profesionales y le damos un gran valor al esfuerzo y la dedicación de
nuestros padres, y lo que continuamos
haciendo como siempre es seguir siempre juntos aunque cada quien tenga una vida
personal y familiar diferente; conservamos nuestras costumbres y nuestra
esencia, pero sobre todo nos mantenemos unidos como la gran familia que
somos: los “Silva De La Torre”.
Bertha Silva De La Torre –
Psicóloga del Hogar San Francisco
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