(Testimonio en castigliano e italiano)
Primero
debo dejar en claro que para mí ser mujer "es un don", ser
conscientes y crecer como tales es un camino que se hace cada día y siempre!
Para el
título de este artículo puedo decir que ser mujer en un país que no es el tuyo
depende de las circunstancias de cómo llegaste a el, es decir de las
motivaciones y razones que te llevaron a dejar tu tierra, tu familia, tus amigos,
tu trabajo y todo lo que considerabas tuyo. Lo digo porque creo que esto
condiciona mucho aquello que realices fuera de tu tierra. Muchas mujeres
abandonan su país de origen en busca de trabajo, con la ilusión de progresar y
ayudar a la familia que dejan en su terruño. Tantas veces se dejan hijos,
esposo, madre y padre para ir a la conquista de esos nuevos horizontes.
(Maria Elena - amiga y colaboradora del Hogar San Francisco)
La suerte
con la que se cuenta en el extranjero por así decirlo, depende, vuelvo a
insistir del por qué dejamos nuestro país, ya que muchas lo hacen obligadas por
la necesidad o llegan a otro país sin saber ni conocer lo que realizarán, a
esto de se suma tantas veces el desconocimiento del idioma, de las costumbres y
de las normas de convivencia que priman en el país que las acoge.
Las mujeres particularmente tenemos mucho que
aportar a donde quiera que vayamos y si somos conscientes de nuestras capacidades, de
nuestras riquezas hacemos más hermosos los escenarios donde nos desenvolvemos. Las mujeres peruanas por ejemplo han
demostrado muchas veces su capacidad de perseverancia y aprendizaje. Tenemos
unos valores, una cultura a la que jamás deberíamos de renunciar y una manera
particular de abrazar la vida y el mundo.
Cuando estás lejos de tu tierra es difícil porque
te sientes diferente, y vaya que los eres! pero eso no te puede frenar. Tampoco el hecho que
muchas veces no eres acogida como lo esperabas. Cuántas mujeres sufren
discriminación por ser extranjeras y cuántas otras son explotadas, es
importante saber reconocer estas situaciones para no encontrarnos en medio o
ser víctimas.
(Maria Elena con sus pequeños)
A las
mujeres que vienen del Perú y de otras partes de Sudamérica sólo puede decirles
que a donde quiera que vayan aprendan a mirarse primero como seres humanos, a
reconocer sus virtudes, capacidades físicas, morales y espirituales, también a
reconocer sus limitaciones, y luego estar siempre dispuestas a aprender, a
salir adelante, a acoger al otro, a dar sentido a nuestras vidas sirviendo a
los demás.
Si sales de tu tierra que el sacrificio valga la
pena, es triste ver cómo muchas mujeres llevan una
vida casi esclavizante, trabajando de lunes a domingo, todo para conseguir
más dinero con la excusa de que deben y "deben" enviar a su familia.
Es cierto que muchos de los que se quedan en nuestra tierra necesitan de
nuestra ayuda pero es necesario enseñar
a los que se quedan a ser "responsables", y hacerles comprender que
el futuro responsable se construye "juntos", no con una madre o
una hermana que soporta horas y horas de trabajo.
Saludos
desde el sur italiano,
María
Elena (peruana, amiga y colaboradora del Hogar San Francisco)